Yo amo a la tecnología, vivo de ella y con ella. Actualmente paso más tiempo trabajando dentro de la realidad virtual que usando mi laptop. La etapa pandemia me llevó no solo a una implosión psicológica, si no también a una implosión virtual, por lo que fue inevitable que me azotarán todo tipo pensamientos en torno al proceso virtualizante que vivimos.
La experiencia de asistir y colaborar en eventos virtuales, como el Festival Burningman Virtual 2020, aunado al asombro de ver mi avatar en realidad virtual a escala real, me rebasaron. Por eso preferí dejar el avatar guardado por un tiempo. No obstante, la idea de usarlo para tener una presencia en los mundos virtuales me sigue coqueteando. Y con presencia me refiero a lo citado por Helen Papagiannis en su libro “Humano aumentado”:
“Presencia es un término que se usa en Realidad Virtual (VR) para describir la percepción y sensación de realmente “estar allí” en el entorno virtual generado por computadora, como si fuera un lugar real. La presencia es una medida de qué tan bien un entorno virtual logra sumergir a un usuario. Los teóricos de los medios Matthew Lombard y Theresa Ditton definen la presencia como “la ilusión de la no mediación” donde “el medio puede parecer invisible o transparente y funcionar como una gran ventana abierta, con el usuario medio y el medio de contenido (objetos y entidades) compartiendo lo mismo.”
Aparte de la idea de tener presencia en los mundos virtuales, también reflexioné sobre la inteligencia artificial, específicamente en la posible consciencia que emerge de un avatar. Ya que una serie de analogías de la vida humana y digital me han perseguido desde entonces. Y aunque la idea del avatar no es nueva, ya que en la india hay quienes adoran a Vishnu desde hace muchos siglos, considerado uno de sus dioses más importantes. Vishnu se dice en relatos que ha tenido muchos avatars, de los cuales los más conocidos son Krishna y Buda. Así que entre teología, ciencia ficción y tecnología, la idea del avatar emerge como una utopía humana de inmortalidad, ya que lo largo de nuestra historia hemos buscado la inmortalidad de diversas formas: desde la momificación y la criogenia hasta la inteligencia artificial , la cual busca transferir nuestra consciencia al mundo digital.
Hace poco escuché una conferencia de Carlos Blanco, en donde dice : Un avatar que no es tu, pero es como tu, en efectos prácticos ¿Qué es?. Interesante para reflexionar.
Por otro lado, Gartner hace tiempo publicó un texto en donde habla sobre la computación consciente, y menciona que la misma se da en 4 fases: “Sync me, see me, know me and be me.” Lo interesante aquí es cuestionarnos ¿en qué fase nos encontramos ahora?
La idea de la ficción, respecto a la inteligencia artificial, en donde un ente creado por nosotros pueda ser primero consciente, pasar a ser autoconsciente, es decir, saberse creado por alguien más. Es algo que nos ha volado la cabeza desde hace tiempo.
No sé si una máquina o cualquier ente digital tenga la necesidad de saber por quien fue creado, o si la misma solo surge en nosotros los humanos. Me refiero al saber de donde venimos, ya sea de la divina creación, del big bang, de un origen basado en la teoría evolucionista de Darwin o cualquier otra posibilidad.
De todo esto me surgen más preguntas que respuestas, ya que yo solo soy una observadora a la que siempre le ha llamado la atención las realidades alternas. En mi caso, desde que comencé a diseñar mundos virtuales, me he preguntado, ¿por qué queremos crear mundos más allá de éste mundo?
¿Será que es grato a nuestros sentidos, y por eso químicamente nos produce gran deseo el habitarlos, o siendo mas ambiciosos, de diseñarlos? Y cuando los habitamos ¿qué es lo que exactamente experimentamos?
Es decir, cuando estoy físicamente por ejemplo mi sala y me pongo los visores de realidad virtual, a partir de ahí interactuó y me desplazo en el espacio virtual, pero ¿En dónde estoy realmente? ¿Qué tipo de lugar yuxtapuesto es ése?
Me es imposible ignorar uno de mis libros favoritos, Topologías de Foucault (1966), que habla sobre los diferentes tipos de espacios que existen. Llama la atención como hace una distinción entre lo que es una utopía y una heterotopía:
Utopía : utopía del griego ou- no y topo lugar.
Las Utopías no tienen un espacio real y tangible, habitan en el espacio del imaginario o el deseo – en la ficción.
Heterotopía : Del griego hetero – otro y topos -lugar.
Son los espacios absolutamente otros; son las utopías efectivamente realizadas y localizadas.
La heterotopía tiene como regla yuxtaponer en un lugar físico varios espacios que normalmente serian, o deberían ser, incompatibles: el teatro, el jardín, un tapete.
Me encantaría poder preguntarle a Foucault sobre un ambiente virtual, ¿es una utopía o una heteropía? ¿o acaso es ambas?
En contexto, las realidades extendidas (Realidad virtual, realidad aumentada, realidades mixtas) desde una postura tecnológica ¿se pueden ubicar como las realidades alternas que nos plantea la filosofía?
Y para profundizar más en la posibilidad que ésto nos puede ofrecer, cito de nuevo un extracto del libro “Humano Aumentado”, de Helen Papagiannis.
“Veo la realidad aumentada como una forma de fantasía, que crea una historia virtual que puede ser visual, audible, tangible, olfativa e incluso una que se puede saborear. La capacidad humana de hacer creer es un poder extraordinario “. Si deseas imaginar cómo se ve algo, o cómo se llego alguna vez a ver, puedes recurrir a las imágenes que lo recrean todo a partir de la tecnología. Esa debe ser su elección, al igual que puede elegir entre leer un libro o ver una película. Cuando miras una película o experimentas algo que está representado o mejorado tecnológicamente, no significa que ya no estás usando tu imaginación; continúas aplicándola, ampliando aún más lo que imaginas.
Encima de esto me gusta pensar en la perspectiva evolutiva de la tecnología, ya que te invita a cuestionarte, ¿que hay después del horizonte? Y si decides ser usuario activo, te invita a proponer. Es ahí donde pueden surgir muchas cuestiones. ¿Qué estamos creando? ¿Qué mentes escriben sobre la ficción futura? ¿Quiénes tienen la posibilidad de desarrollarla? ¿Al servicio de qué o quien se esta direccionando? ¿Quién esta supervisándolo todo y bajo que tipo de ética?
Es importante ser consientes del como nos relacionamos con la tecnología en los medios digitales y estar atentos como usuarios activos, sin entrar a detalle comparto:
A partir de un artículo publicado en 2013, Zuboff popularizó el concepto de surveillance capitalism, «capitalismo de la vigilancia», un nuevo orden económico que utiliza la experiencia humana como materia prima para generar datos de comportamiento. Algunos datos sirven para mejorar productos o servicios, pero el resto es considerado como «un excedente conductual propiedad de las propias empresas capitalistas de la vigilancia». Estos productos se comercializan en lo que Shoshana Zuboff denomina «mercados de futuros conductuales». «Cuando el producto es gratis, el producto eres tú», dice el tópico.
Las nuevas tecnologías avanzan a una velocidad más rápida que las respuestas a sus propios tabúes. Por eso la importancia de humanizar la tecnología, ya que en su mejor versión nos podría brindar otras formas de experimentar y conectar. Formatos imposibles desde la realidad que habitamos.
Me emociona la idea que algún día la tecnología nos pueda ayudar a dar un salto cuántico, así que mi postura ante las posibilidades tecnológicas es positiva. Al menos desde mi humilde trinchera y labor personal, trato de direccionarla a modo que sume. Por eso desde mi perspectiva concluyo con éste pensamiento: